Por qué usar el liderazgo (más que para motivar) como ventaja competitiva

Las compañías que invierten entre 1.5 y 2 veces más en liderazgo cosechan resultados que son tres o cuatro veces mayores que sus competidores.

Por qué usar el liderazgo (más que para motivar) como ventaja competitiva

Crédito: Depositphotos.com

El liderazgo es más que una herramienta para motivar al equipo, es una ventaja competitiva que las grandes empresas usan para sobresalir. En México, Bimbo y PepsiCo son empresas que invierten en programas para formar líderes permanentemente y no sólo cuando hace falta liderazgo.

“Un líder se forma, aunque un 30% es inherente a él, ya que esta persona tiene la capacidad natural de entender la realidad y de formar una visión nueva y positiva para ayudar al bien común”, afirma Eustaquio Martínez del Río Lozano, socio fundador de Logos Consulting, empresa dedicada a implementar programas de liderazgo.

Las compañías que tienen un alto desempeño invierten entre 1.5 y 2 veces más para formar líderes que otras, y cosechan resultados tres o cuatro veces mayores que sus competidores, revela el estudio de Deloitte Tendencias Globales en Capital Humano 2016, realizado en 130 países en los que se entrevistó a 7,000 líderes globales.

Sin embargo, el mismo estudio revela que el 56% de los directivos declara que sus organizaciones no están preparadas para cubrir las necesidades de sus líderes.

En una empresa, “el liderazgo se tiene que profesionalizar, es decir, saber cuáles son las competencias sobre este tema que se necesitan para la empresa para cumplir la estrategia de negocio y establecer un programa que va a desarrollar dichas competencias”, recomienda Eduardo Lan, consultor en desarrollo y cambio organizacional.

A pesar de que cerca de 9 de cada 10 entrevistados cita el asunto como “importante” o “muy importante,” los datos de Deloitte sugieren que las organizaciones han tenido poco o ningún progreso desde el 2015, pues la brecha en la capacidad para desarrollar líderes se ha ampliado en todas las regiones del mundo.

Prepararse para las crisis

Martínez del Río lamenta que en el país, por lo general, los ejecutivos no usen métodos de toma de decisiones a la profundidad que se debería. Y esto se debe, en gran medida, a que “el liderazgo es considerado un tema ‘blando’ porque es muy etéreo, por ello es muy complicado entenderlo y medirlo, entonces las empresas lo ignoran, puesto que poco se sabe traducir estas prácticas en resultados reales de negocio”.

Sobre todo en momentos de crisis, aconseja Lan, es importante replantearse la estrategia de negocios dado que los tiempos son tan cambiantes.

“Un error de las empresas es contratar un curso de liderazgo y creer que eso es suficiente, ya que se requiere de un programa integral que puede contener varios elementos como talleres y sesiones de coaching a largo plazo”, apunta Lan.

Se trata de una solución que prepara al líder en momentos de crisis para que sepa generar empatía, encontrar la raíz del problema y hacer participativo al equipo para buscar la solución, no imponerla, recomienda Martínez del Río.

“Un líder de líderes debe ver las oportunidades, las amenazas, las barreras y estimular el mayor número de soluciones posibles, de tal manera que se analicen a fondo con varios métodos de toma de decisiones en beneficio del negocio”, finaliza el experto.

Fuente: soyentrepreneur.com

Top 10 de personas insufribles en los lugares de trabajo

Tienen múltiples nombres: personas nocivas, conflictivas, problemáticas o últimamente como se puso de moda llamarles, gente tóxica. Sin embargo, y más allá de la nomenclatura, todos los hemos padecido alguna vez o incluso, aunque cueste reconocerlo, hemos ocupado sus lugares.

Desde aquí propongo denominarlos sencillamente “insufribles”. Estos son algunos tipos:

1. El que va al trabajo a hacer terapia
Algo confundido respecto de los lugares, se equivoca al plantear la oficina como espacio terapéutico. Así, sus compañeros de transforman inmediatamente en sus psicólogos, a quienes hartará contándoles permanentemente sus problemas y desgracias que van desde los cíclicos desencantos amorosos hasta las traiciones de amigos. Lo peor del caso es que si uno intenta proponerle ideas o acudir a un profesional, su respuesta será “Yo no creo en psicólogos”.

2. El que aprovecha la creatividad de otros
Es el caso de quien roba ideas adjudicándoselas como propias. El malestar que genera escuchar de boca de otro cosas que se te ocurrieron a ti mientras tu jefe lo felicita, es solo comparable a la sensación de martillarse con violencia el dedo chiquito del pie. Si a este insufrible le pides explicaciones dirá: “Nunca supe que esa era una idea tuya. Es más, yo la tenía hace mucho tiempo, pero no me animaba a decirla”.

3. El laberíntico
Su nombre se debe a que no sabes cómo hablarle porque todo le caerá mal al día siguiente. “Cualquier comentario podrá ser usado en tu contra”. Una palabra, un gesto, incluso una interjección de alguien podría ser el puntapié inicial para que el laberíntico desande una «masticación» de ideas complicadas y, en general, negativas. Ejemplo: “Ayer me quedé pensando en que durante la reunión, cuando decías lo de mejorar las ventas me miraste a mí. Lo dijiste porque me ves mal, ¿no?”. Te obliga inmediatamente a dar cuenta del porqué dijiste eso y que evidentemente no era para él.

4. El que se quiere volver el portavoz del grupo
Si bien que hay ocasiones en las cuales el más extrovertido se anima y pone en palabras el sentir general, este es otro caso, y se corporiza en las personas que disfrazan sus inquietudes en malestares generalizados. El dicho sería: “Todos creemos que no hay oportunidades de crecer”, siendo que en realidad a él se le había negado un ascenso.

5. El quejumbroso
¿A quién no le tocó en la oficina sufrir al censor eterno de ideas ajenas, o escuchar constantemente sus quejas y rebuznos como un motor que no enciende nunca? Aquel que transformó su queja en hábito nunca se hará responsable de nada. Será una víctima de las circunstancias, del jefe, de sus compañeros, etcétera, y los demás deberán convivir con sus reclamos y maldiciones echados al aire, lo que generará una sensación de desgano y futilidad en el ambiente.

6. El bravucón
En Estados Unidos le dicen bully. En nuestras pampas sería un “odioso” a secas. Goza poniendo en ridículo a sus compañeros y sintiendo que tiene el control de la situación. Piensa que genera cómplices con los que ríe de sus pesadas bromas o chistes de mal gusto. Si su víctima de turno reacciona, corre el riesgo de quedar como el amargado de la oficina y por esto mismo la mayoría de las veces opta por el silencio, lo que termina por agrandar aún más a estos sujetos. Algo interesante a tener en cuenta es que los bravucones poseen una importante carencia de seguridad en sí mismos, que intentan compensar mediante la denigración a los demás.

7. El centro del Universo
Esta persona planea ser siempre el eje del debate. El punto de mira y referencia para todos los otros. Él ya pasó por todas las situaciones y conoce de todo. Tal como escuché de un colega en una oportunidad: “Yo, de relaciones humanas lo sé todo”. Aunque pueda parecer increíble las oficinas están plagadas de personas con estas características de egocentrismo, las cuales generan el efecto inverso del pretendido: logran alejar más que acercar a sus compañeros.

8. El que vende pescado podrido
No queda claro el porqué alguien disfrutaría de crear mentiras, rumores y liberarlos en medio del lugar de trabajo. El momento del café será el apropiado para que este personaje comience a destilar información “reservada” (que solo él conoce) en general consistente en predecir hechos negativos, dramáticos o directamente catastróficos. “Escuché que iban a cerrar el departamento cobranzas” o “El gerente dijo el otro día que si no levantamos la puntería, esta fábrica pone el candado en la puerta”. Todas circunstancias que serán desmentidas en la práctica, pero que lograron sus fines: generar angustia en los compañeros.

9. El que nunca se da cuenta de lo que pasa
Podría explotar una bomba napalm a su lado y quedaría igualmente impertérrito. No reacciona cuando es necesario, carece de iniciativa y todo le pasa por el costado. El problema aquí estriba en que hay momentos en los que verdaderamente hace falta alguien que diga que no, que defienda sus puntos de vista o que asuma una posición activa ante la realidad.

Aquellos que desempeñan este rol lindan con la noción de quitarse responsabilidades de encima y por ello jamás asumirán un riesgo, o mostrarán vehemencia en momentos claves.

10. El voluble
Nunca podrás estar cien por ciento seguro de qué piensa en realidad el voluble dado que puede cambiar sus puntos de vista con la velocidad de un rayo. Tal como lo ilustró Woody Allen en Zelig, esta persona puede mimetizarse con su interlocutor hasta convertirse casi en un espejo. De esta manera, puede opinar que el sector logístico sería más eficiente con un mejor sistema informático y a los cinco minutos pontificar acerca de las ventajas que tiene hacer un control manual de la mercadería recibida y enviada. El voluble exaspera.

Resumiendo, en todos los lugares de trabajo confluyen personas con sus particularidades. Las mismas generan fuerzas que tienden a la unión del equipo o más bien lo contrario, a su dispersión. Precisamente, la lista que acabamos de enumerar forma parte del segundo grupo y por ello sugiero a quienes les toque en desgracia alguno de estos insufribles tratar de evitarlos, y fundamentalmente, no actuar como uno de ellos.

Fuente: soyentrepreneur.com