Tips para convertirte en un líder inspirador

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Muchos ejecutivos utilizan el miedo como estrategia de poder. Una estrategia que puede ser efectiva en el corto plazo, pero a la larga genera mucho resentimiento entre el personal e inhibe la creatividad y elimina toda motivación.

En cambio, dedicar tiempo a tus dirigidos para ayudarlos te permitirá influir para mejorar el clima laboral de tu grupo de trabajo, elevar el desempeño individual y de equipo.

Lo más importante es que podrás resolver las trabas de aquellos empleados talentosos que no son capaces de demostrar todo su potencial y conseguirás que el resto del equipo observe tu comportamiento y sienta una mayor confianza, consiguiendo que tu equipo de trabajo te respete y admire.

Existe una sencilla estrategia con la que te convertirás en un líder inspirador para todos tus empleados:

1. Realiza una motivación personalizada. Es común que en un equipo de trabajo existan trabajadores con sensacionales conocimientos o habilidades pero sufran de bloqueos emocionales, miedos o frustraciones que les impiden destacar, generando desmotivación y desgano para hacer sus tareas. Esta situación, suele reflejarse en una baja productividad y dificultad para alcanzar las metas.

Aquellos trabajadores necesitan de una motivación personalizada. Para realizarla basta con 3 simples pasos. En primer lugar debes generar un clima de confianza entre él (o ella) y tú para dar el siguiente paso. Ahora, pregúntale directamente por su impedimento y/o malestar. Al final de cuentas has de convertirte en una especie coach para tu equipo. Si les indicas el camino, compartes tips y experiencias que les ayuden a superar sus bloqueos emocionales generarán respeto y admiración por ti.

2. Comparte anédoctas personales. Platícales, de manera grupal o en privado, de la forma en que aprendiste ciertas cosas de la vida, del trabajo, en pocas palabras, cómo fuiste adquiriendo tu propia filosofía de trabajo.

Los trabajos que pasaste y cómo superaste los obstáculos. Recuerda que mucha gente necesita creer que las cosas son posibles y si ven en ti a alguien que ha salido adelante, te convertirás en un símbolo de esperanza para ellos mismos.

3. Reconoce el trabajo bien hecho. Cuando un colaborador tenga un desempeño sobresaliente o haya aplicado su máximo esfuerzo en algo felicítalo inmediatamente. Nunca permitas que un buen trabajo no se note.

4. Corrige el trabajo mal hecho con inteligencia. Esto es más fácil de lo que te imaginas. Sólo requerirás práctica para dominar esta estrategia. Cuando un colaborador realice un trabajo que no tenga los estándares de desempeño que esperas, acércate en privado a él, pon sobre la mesa lo que hizo de manera inadecuada y pregúntale qué es lo que puede hacer la siguiente vez para que no vuelva a cometer el mismo error.

5. Alinea las metas personales de tus colaboradores con las metas de la empresa. Muchos líderes no prestan atención a este detalle y pierden gran parte de su fuerza motivadora, dificultando la posibilidad de lograr resultados con más facilidad.

Fuente: entrepreneur.com

Prácticas que aplican los jefes, que te obligan a renunciar

Es impresionante cuán común es ver a jefes quejándose de que sus mejores empleados renuncian. Y sí deben quejarse de ello ya que pocas cosas son tan costosas y disruptivas para una empresa como la salida de un buen elemento.

Muchos directores tienden a adjudicar la rotación de empleados a su cargo a cientos de razones, mientras ignoran la raíz del problema: los buenos empleados no se alejan de su trabajo, se alejan de los malos jefes.

Lo triste es que estas renuncias pueden evitarse. Lo único que se requiere es una nueva perspectiva y un esfuerzo extra de parte del manager.

Necesitamos entender cuáles son las nueve cosas que los jefes hacen que obligan a los buenos trabajadores a renunciar.

1. Sobrecargan de trabajo
Nada desgasta a los buenos empleados tanto como una sobrecarga de labores. Es muy tentador sacarle todo el provecho a los mejores elementos, pero presionar demasiado a los elementos positivos de un equipo los hace sentir castigados por ser buenos en su labor. Es una medida contra productiva. Un nuevo estudio en la Universidad de Stanford demuestra que la productividad por hora disminuye dramáticamente cuando la semana laboral excede las 50 horas de trabajo.

Si debes incrementar la carga de responsabilidades de un buen empleado, tendrás que subirlo de puesto y salario. Los empleados talentosos son capaces de asumir nuevas obligaciones, pero no se quedarán si se empiezan a sentir sofocados. Si solo le das más trabajo a una persona “porque puede con la carga” sin cambiar algo de su condición, buscará un nuevo empleo que le dé lo que merece.

2. No reconocen las contribuciones de los demás
Es muy fácil subestimar el poder de una “palmadita en la espalda”, especialmente cuando hay empleados buenos que acostumbran a dar buenos resultados. A todos nos gusta recibir las gracias por nuestros esfuerzos, sobre todo aquellas personas que constantemente se esfuerzan en ser mejores. Los jefes deben ser capaces de encontrar qué hace que sus mejores empleados se sientan bien (para algunos es un aumento, para otros es el reconocimiento público).

3. No les importan sus empleados
Más de la mitad de las personas que abandonan su empleo lo hacen porque tienen una pobre relación con su jefe. Las compañías más inteligentes se aseguran de que sus directivos sepan balancear ser profesionales con ser humanos. Estos son los directores que celebran el éxito de un empleado, son empáticos con aquellos que están pasando dificultades y son capaces de enfrentar a las personas que pueden mejorar. Es imposible trabajar para una persona por más de ocho horas al día cuando no le interesa otra cosa más que el producto y las cifras que entregas.

4. No honran su palabra
Cuando cumples con lo que prometes, creces a los ojos de tus empleados porque pruebas ser de confianza y honorable (dos cualidades imprescindibles para un jefe). Pero cuando no actúas según lo dicho, te muestras como un ser irrespetuoso al que no le importa nada ni nadie. Después de todo, si el jefe no cumple con su palabra, ¿por qué habrían de hacerlo los demás?

5. Promueven a las personas incorrectas
Los empleados que trabajan muy duro suelen querer colaborar con colegas que se esfuercen de la misma manera. Cuando los jefes no se afanan en contratar buenas personas, se desmotivan. Promover a los empleados incorrectos es aún peor. No hay un insulto mayor que asciendan al compañero que no hace nada cuando tú trabajas con todo tu esfuerzo.

6. No dejan que las personas persigan sus sueños
Los empleados talentosos suelen ser muy apasionados. Ofrecerles oportunidades para perseguir sus sueños mejora su productividad y la satisfacción con su trabajo. Pero muchos jefes quieren que sus empleados trabajen dentro de una cajita hecha de reglas. Temen que la productividad disminuya si sus trabajadores no están enfocados 300 por ciento en su trabajo. Sus miedos carecen de fundamento porque estudios demuestran que las personas que son capaces de seguir sus pasiones dentro de sus empleos experimentan una especie de “subidón”, un estado mental de euforia que les permite ser hasta cinco veces más productivos que los demás.

7. No saben desarrollar las habilidades de su gente
Hay jefes que desconocen la operación diaria de sus empleados y que tratan de excusarse diciendo que confían en ellos y que sus trabajadores son autónomos. Esto es una tontería. Los buenos gerentes dirigen, sin importar que tan talentosos sean sus colaboradores. Ponen atención a las labores de sus equipos y constantemente ofrecen retroalimentación.

Al ser jefe te toca encontrar las áreas de oportunidad de tus mejores empleados para que puedan desarrollarse. Si no lo haces, tus colaboradores se aburrirán y se irán.

8. Fallan en impulsar la creatividad
Los empleados más talentosos buscan mejorar todo lo que tocan. Si les quitas la habilidad de innovar porque solo te sientes cómodo con el status quo, harás que odien sus trabajos. Encerrar el deseo innato de mejorar no solo limita a tu equipo, te limita a ti.

9. No desafían a las personas
Los grandes jefes provocan a sus empleados para lograr cosas que antes parecían imposibles. En lugar de fijar metas mundanas, ponen objetivos que impulsan a la gente a salir de su zona de confort. Después, hacen todo cuanto pueden por apoyar a sus equipos a lograrlos. Cuando las personas inteligentes se la pasan haciendo cosas demasiado fáciles o aburridas, empiezan a buscar otros empleos que los desafíen intelectualmente.

En conclusión, si quieres que los mejores miembros de tu equipo se queden en tu empresa, debes pensar muy cuidadosamente cómo los tratas. Los buenos empleados aguantan mucho, pero su talento les da abundancia de opciones. Tienes que lograr que quieran trabajar para ti.

Fuente: entrepreneur.com